La unión monetaria y la constitución de la zona euro significaron un cambio de paradigma en las políticas monetarias de los estados. Más de una década después se han observado importantes disfunciones y aciertos, pero sobresale la inexistencia de una unión bancaria y fiscal que ha conllevado en parte de las dificultades financieras de muchos de sus Estados miembros tras la crisis económica del 2008.
En el contexto actual, la importancia del Tratado Constitutivo del Mecanismo Europeo de Estabilidad como elemento de la estrategia global de fortalecimiento de la Unión Económica y Monetaria supone en gran medida que la concesión de asistencia financiera esté condicionada a la supervisión económica y presupuestaria de los Estados miembros que padecen dificultades graves por lo que respecta a su estabilidad financiera. A resultas de esto ¿en los años próximos hay que dar pasos definitivos para la unión bancaria, la unión fiscal y la unión económica, superando el deficiente diseño de la Unión Económica y Monetaria, que está hoy limitada a la posesión de una moneda común en 17 países? Si la unión bancaria es un paso fundamental para la unión económica: ¿debe completarse lo antes posible, incluyendo un mecanismo de liquidación único, un fondo común de garantía de depósitos y la supervisión de todas las entidades bajo el control del BCE? ¿Cómo, cuando, con qué elementos de gestión, control y gobierno? ¿Dónde debe quedar la autonomía en la gobernanza económica de los estados de la eurozona? ¿Qué desigualdades hay y que efectos positivos tendrán las medidas adoptadas por Basilea III en el 2010 y que entran en vigor en este 2013? ¿Hasta qué punto las políticas impulsadas por las instituciones financieras internacionales han contribuido y están contribuyendo a hacer frente a la crisis actual?
Estas y otras preguntas se plantearon en este interesante diálogo marcadamente económico.
Presentación de José Manuel González Páramo