Maestro y amigo de Ernest Lluch, el economista y profesor universitario Fabián Estapé, mantenía una estrecha relación con la Fundación Ernest Lluch, con la que se comprometió desde el inicio y de la que era su presidente. Residente en León y con un delicado estado de salud el profesor Estapé no perdió nunca la ilusión por participar en actos de la Fundación, aunque no fuera siempre posible. Conmovido por el asesinato de Ernest Lluch y admirador de su obra, en más de una ocasión había manifestado que "Lluch era el más académico de todos los discípulos que había tenido".
A modo de homenaje,a continuaciónponemos a su disposición este escrito de Lluís Maria de Puig, vicepresidente de la Fundación Ernest Lluch.
Fabián Estapé y Ernest Lluch
Fabián Estapé nos ha dejado y todo el mundo hablará. Fue una figura importante y, además, muy popular. Entre las muchas cosas que se pueden decir de Fabián Estapé queremos destacar que fue, desde 2002 hasta el pasado martes, el presidente de la Fundación Ernest Lluch. Las razones de esta presidencia eran claras: la gran vinculación entre los dos, de profesor y alumno y el lugar preeminente que ocupó Estapé en la vida académica y personal de Lluch. Tras la muerte trágica de Ernest le pedimos al Dr. Estapé de encabezar la Fundación y lo aceptó inmediatamente con un entusiasmo desbordante, como era de esperar.
La relación desde la Universidad entre las dos figuras, muy conocida por la gente del gremio, fue de una gran intensidad. Es evidente que no se puede explicar la trayectoria intelectual de Ernest Lluch sin tener en cuenta la influencia decisiva de Estapé. Le dirigió la tesis doctoral, y le insufló el gusano del interés por la historia del pensamiento económico. Y Lluch siguió punto por punto sus lecciones en este campo, desde los clásicos, Smith, Ricardo o Marx en sus consejos de apertura hacia Schumpeter, Galbraith o Hirschman así como los italianos, acabando Lluch, al cabo de los años siendo el mejor especialista en la historia del pensamiento económico, como le reconocía Fuentes Quintana. Sin Estapé esto no hubiera sido posible.
La admiración de Lluch por Estapé era universal. En el mismo año de su asesinato Ernest destacaba la "leyenda Estapé" y frente a los que, como Porcel hablaban de los aspectos externos de la figura de Estapé, Lluch insistía en su solidez erudita, en las horas de estudio, las lecturas constantes, su dedicación universitaria, "los 34.500 estudiantes que pasaron por sus clases". Con los años, la colaboración estrecha entre los dos hombres tuvo altibajos y momentos de distanciamiento. Pero volvían a estar allí, impelidos por una extraña fuerza de amistad y de competición intelectual. Es curioso el paralelismo que puede establecerse entre las dos trayectorias: Estapé profesor, académico, político, divulgador; Lluch, profesor, académico, político, divulgador. Los dos, separados por una generación hicieron casi lo mismo: escribir unos cuantos libros, un montón de artículos académicos, dar miles de clases, estar en altas responsabilidades políticas (en el tiempo que les tocó) ser líderes de opinión en artículos constantes, en tertulias populares, militar apasionadamente en el barcelonismo. Eran muy diferentes, pero fueron bastante iguales.
Estapé admiraba también a Lluch. Escribió "conocer el Ernest Lluch es una de las grandes cosas que me han pasado en la vida (…) al cabo de los años ya no había ni profesor ni alumno, éramos dos amigos que aprendíamos el uno del otro con una sana, sutil y estimulante competición de conocimientos a veces cultos y eruditos y otros, para que no decirlo, de deliciosa y alucine chisme (,,,) una de las cosas más nobles por las que he estado envidiado es, sencillamente para haber sido el maestro de Lluch ".
En los primeros años de la Fundación fue muy activo y presente en actos y reuniones, siguiendo todo lo que hacíamos y no parando de dar ideas (que a veces nos sobrepasaban) con ganas siempre de abrirnos a nuevos proyectos y, naturalmente, de reivindicar a su amigo. Tuvo la ilusión de hacer una biografía de Ernest y empezó a prepararla. Entonces vinieron los años de salud más precaria y no fue posible el libro. Pero sin embargo le dedicó algunos artículos y un ensayo en su discurso en la Real Academia de Ciencias Morales y Política que formó parte de uno de sus últimos libros "10 grandes catalanes".
Ahora, a la Fundación, hemos perdido al Presidente Estapé, que era un sello de autenticidad lluquiana, de lo mejor que representaba la figura de Ernest: la inteligencia, el conocimiento, la universidad, la política, el sentido del humor. Él se sentía orgulloso de la Fundación, de su labor fiel a lo que fue y representó Ernest y quiso participar hasta cuando difícilmente podía. Por eso hemos creído oportuno, en esta hora triste, remarcar una faceta tan ligada a su trayectoria como fue la relación tan especial y fructífera con Ernest Lluch i Martín.
Lluís Maria de Puig
Vicepresidente de la Fundación Ernest Lluch
Fabián Estapé nos ha dejado y todo el mundo hablará. Fue una figura importante y, además, muy popular. Entre las muchas cosas que se pueden decir de Fabián Estapé queremos destacar que fue, desde 2002 hasta el pasado martes, el presidente de la Fundación Ernest Lluch. Las razones de esta presidencia eran claras: la gran vinculación entre los dos, de profesor y alumno y el lugar preeminente que ocupó Estapé en la vida académica y personal de Lluch. Tras la muerte trágica de Ernest le pedimos al Dr. Estapé de encabezar la Fundación y lo aceptó inmediatamente con un entusiasmo desbordante, como era de esperar.
La relación desde la Universidad entre las dos figuras, muy conocida por la gente del gremio, fue de una gran intensidad. Es evidente que no se puede explicar la trayectoria intelectual de Ernest Lluch sin tener en cuenta la influencia decisiva de Estapé. Le dirigió la tesis doctoral, y le insufló el gusano del interés por la historia del pensamiento económico. Y Lluch siguió punto por punto sus lecciones en este campo, desde los clásicos, Smith, Ricardo o Marx en sus consejos de apertura hacia Schumpeter, Galbraith o Hirschman así como los italianos, acabando Lluch, al cabo de los años siendo el mejor especialista en la historia del pensamiento económico, como le reconocía Fuentes Quintana. Sin Estapé esto no hubiera sido posible.
La admiración de Lluch por Estapé era universal. En el mismo año de su asesinato Ernest destacaba la "leyenda Estapé" y frente a los que, como Porcel hablaban de los aspectos externos de la figura de Estapé, Lluch insistía en su solidez erudita, en las horas de estudio, las lecturas constantes, su dedicación universitaria, "los 34.500 estudiantes que pasaron por sus clases". Con los años, la colaboración estrecha entre los dos hombres tuvo altibajos y momentos de distanciamiento. Pero volvían a estar allí, impelidos por una extraña fuerza de amistad y de competición intelectual. Es curioso el paralelismo que puede establecerse entre las dos trayectorias: Estapé profesor, académico, político, divulgador; Lluch, profesor, académico, político, divulgador. Los dos, separados por una generación hicieron casi lo mismo: escribir unos cuantos libros, un montón de artículos académicos, dar miles de clases, estar en altas responsabilidades políticas (en el tiempo que les tocó) ser líderes de opinión en artículos constantes, en tertulias populares, militar apasionadamente en el barcelonismo. Eran muy diferentes, pero fueron bastante iguales.
Estapé admiraba también a Lluch. Escribió "conocer el Ernest Lluch es una de las grandes cosas que me han pasado en la vida (…) al cabo de los años ya no había ni profesor ni alumno, éramos dos amigos que aprendíamos el uno del otro con una sana, sutil y estimulante competición de conocimientos a veces cultos y eruditos y otros, para que no decirlo, de deliciosa y alucine chisme (,,,) una de las cosas más nobles por las que he estado envidiado es, sencillamente para haber sido el maestro de Lluch ".
En los primeros años de la Fundación fue muy activo y presente en actos y reuniones, siguiendo todo lo que hacíamos y no parando de dar ideas (que a veces nos sobrepasaban) con ganas siempre de abrirnos a nuevos proyectos y, naturalmente, de reivindicar a su amigo. Tuvo la ilusión de hacer una biografía de Ernest y empezó a prepararla. Entonces vinieron los años de salud más precaria y no fue posible el libro. Pero sin embargo le dedicó algunos artículos y un ensayo en su discurso en la Real Academia de Ciencias Morales y Política que formó parte de uno de sus últimos libros "10 grandes catalanes".
Ahora, a la Fundación, hemos perdido al Presidente Estapé, que era un sello de autenticidad lluquiana, de lo mejor que representaba la figura de Ernest: la inteligencia, el conocimiento, la universidad, la política, el sentido del humor. Él se sentía orgulloso de la Fundación, de su labor fiel a lo que fue y representó Ernest y quiso participar hasta cuando difícilmente podía. Por eso hemos creído oportuno, en esta hora triste, remarcar una faceta tan ligada a su trayectoria como fue la relación tan especial y fructífera con Ernest Lluch i Martín.
Lluís Maria de Puig
Vicepresidente de la Fundación Ernest Lluch